Descifrando la Serpiente Cósmica.

Por Jeremy Narby, entrevista de David Jay Brown.
Tomado de maps bulletin. Volume xix number 1, 2012.
Traducción: Helmer Hernández Rosales

Jeremy Narby pasó varios años viviendo con los indios Ashaninca en la Amazonía peruana, estudiando las prácticas indígenas de aprovechamiento de los recursos naturales para ayudar a combatir el deterioro ecológico. Es doctor en antropología de la Universidad de Stanford, ha escrito “La Serpiente Cósmica”, “La Inteligencia en la Naturaleza”, entre otros. Narby ha dicho que la información a la cual los chamanes tienen acceso "tiene una correspondencia sorprendente con la biología molecular ", y que uno podría ser capaz de obtener información bio-molecular en las visiones de ayahuasca. A continuación, un extracto de una entrevista reciente que David Jay Brown hizo a Jeremy Narby.

David: ¿Qué tipo de relación percibe entre psicodélicos y ecología?, y ¿ve a los psicodélicos jugando un rol importante en el incremento de la conciencia ecológica?

Jeremy: En beneficio del diálogo, yo objetaría un poco la pregunta porque pienso que la relación que pueda existir entre los psicodélicos con la ecología, depende de las personas. Y en la pregunta hace falta determinar el tipo de personas. Creo que los psicodélicos tienen diferentes efectos sobre diferentes personas. Así que la respuesta corta a su pregunta es que depende, y si pudiera hacerla más precisa, yo podría avanzar un poco en la respuesta. No creo que los psicodélicos sean sustancias que despiertan la conciencia ecológica de manera instantánea.

David: Quizás podrías hablar un poco acerca de la relación entre el uso de la ayahuasca en la Amazonía y cómo esto afecta las relaciones ecológicas allí.

Jeremy: Bueno, esa pregunta es un poco más precisa. Pero, una vez más, creo que al hacerla de esa manera se omite hacer referencia a las personas que toman ayahuasca, así como a aquello que el ayahuasca es ó representa, y sobre el lugar donde se lo toma. Creo que la experiencia con ayahuasca esta también en función de quién lo está haciendo, dónde lo están haciendo y cómo lo están haciendo - más allá del contexto y el escenario, lo cual es obvio.

Así que, en otras palabras, ¿de quienes estamos hablando? Por ejemplo, estamos hablando de los indígenas del Amazonas y de lo que sabemos de ellos históricamente? O ¿Cómo el ayahuasca ha impactado sus eco- cosmologías? Eso podría ser tema para un libro entero, pero es sin duda una pregunta puntual. ¿Quieres hablar de esa pregunta concreta?

David: Sí, y tal vez también pueda hablar un poco sobre el movimiento ecologista mundial, y si cree que éste de alguna manera está relacionado con personas que han usado drogas psicodélicas. Mucha gente piensa que las experiencias psicodélicas han jugado un papel importante en la inspiración del movimiento ecologísta.
Jeremy: Sí, es cierto uno se encuentra con muchas personas que participan en el amplio movimiento ecológico que dicen que su compromiso ha sido inspirado por el ayahuasca, y supongo que yo mismo debería incluirme en ese grupo.

David: Así que tal vez, usted podría también hablar un poco sobre el uso de ayahuasca por las comunidades indígenas en la Amazonía, y cómo eso afecta la relación de ellos con el medio ambiente…

Jeremy: Creo que esos indígenas ven las cosas de la siguiente manera: hay un nivel de realidad que es paralela a la nuestra, que no la vemos con nuestros, "ojos normales", pero que se puede ver en ciertos estados de la mente. El ayahuasca es conocido por las personas que lo utilizan como lo que hace visible lo invisible, y primordialmente se toma ayahuasca para ver, y ver lo que normalmente no se ve. Por lo tanto, en su concepción, se podría decir que el ayahuasca es una herramienta importante para el conocimiento del mundo, de la misma manera que los microscopios han sido para los biólogos.

Es una herramienta absolutamente central para acercarse a un nivel de la naturaleza, que de otro modo no se puede ver. Por lo tanto, en su modo de ver las cosas, el ayahuasca -, y otras plantas maestras como el tabaco – les han permitido mantener una conversación permanente con los poderes de la naturaleza, las entidades o esencias que corresponden a las diferentes especies. Para ellos, el ayahuasca es el teléfono, pero la persona que se halla en el otro extremo es toda la naturaleza. Entonces, lo importante no es el teléfono, es la conversación que se tiene con las otras especies. Al parecer estas sociedades indígenas han estado dialogando - al menos en las visiones de sus chamanes – con las esencias de las plantas, de los animales y de los ecosistemas durante milenios. Y ellos ven a la naturaleza no como objeto, sino como sujeto, o como un conjunto de sujetos, con quienes se establecen acuerdos si se quiere interactuar y obtener curación.

Por supuesto que el ayahuasca es fundamental para la eco-cosmología de muchos pueblos indígenas amazónicos. Es lo que permite la comunicación, pero eso no quiere decir que debe ser venerado. Una vez más, la importancia de la conversación, en su concepción, es porque la naturaleza es en realidad un conjunto de subjetividades, y lo realmente importante es comunicarse con ellos, porque estamos compartiendo el mismo planeta. Entonces, así como la comunidad humana negocia su relación con otras especies, también tradicionalmente los chamanes negocian en sus visiones producidas por las plantas sagradas, sus relaciones con otras especies.

Por eso es que estas plantas son fundamentales para su eco-cosmología. Pero creo que la razón por la cual me opongo a la naturaleza general de la pregunta sobre la relación entre los psicodélicos y la ecología es que es una situación similar a la relación que puede establecerse entre los psicodélicos y la creatividad. Si sólo fuera suficiente tomar psicodélicos para que todo el mundo pudiera interpretar la guitarra como lo hacía Jimmy Hendrix - pero las cosas no suceden de esa manera. Algunas personas han tomado psicodélicos y han hecho cosas terribles. Del mismo modo, hay una gran cantidad de personas en el movimiento ayahuasca que pueden hablar de esto y aquello, pero pueden tener estilos de vida bastante anti-ecológicos. Desafortunadamente, hay occidentales que quieren convertir al ayahuasca en una especie de droga. De este modo, si cada uno de quienes consumen ayahuasca se convirtiera en un activista ecológico, por lo menos sería fácil responder a la pregunta.

David: Me preguntaba si usted ha percibido un patrón de algún tipo. En general me parece que los psicodélicos son básicamente amplificadores cerebrales sin propósito específico que disuelven las fronteras mentales.

Jeremy: Exactamente. Desde esta perspectiva, si alguien tiene una sensibilidad ecológica, entonces el ayahuasca la amplificará. Pero si está hambriento de poder, también lo amplificará. Así que describir al ayahuasca como esa cosa mágica que ayuda a la gente a tener una mejor comprensión de la naturaleza y a convertirse en alguien orientado a la curación, en realidad sería engañoso. Es mucho más complicado que eso. Uno de los bucles que falta es que eso depende enteramente de los individuos, y hay una gran variedad de individuos allá afuera.

Otra cosa que me gustaría decir al respecto es que entre más me he adentrado en el universo del ayahuasca con la guía de los chamanes indígenas amazónicos, más profundo es mi respeto por sus conocimientos. Así que, obviamente, entre más respete a esas personas, más se incrementa mi deseo de serles útil. En otras palabras, eso me fortalece como activista.

David: ¿Es lo que estás describiendo, ¿qué es lo más importante que la civilización occidental puede aprender del chamanismo indigena?

Jeremy: Bueno, eso es especulativo. Disfruto discutir sus preguntas, creo que deben ser para eso. Yo no sé que puede aprender la sociedad occidental. Tradicionalmente ha tenido un comportamiento de vampiro hooligan, y se ha chupado lo que ha querido chupar – principalmente para beneficiarse materialmente - y ha escupido el resto. Mira lo que le hicieron con los templos incas, simplemente los fundieron para obtener barras de oro. Y mira como se ha tratado el chamanismo durante los últimos cinco siglos. Se dijo que era un asunto diabólico, tontería, y luego se pasó a etiquetar a los chamanes como psicóticos. Hemos tomado las plantas chamánicas como el tabaco, y mira lo que hacemos con ellas, las convertimos en "drogas" que causan daños a la salud y crean adicción. Mira lo que hemos hecho con la coca: la convertimos en una droga peligrosa. Así que ha habido una suerte de manoseo mercantil macabro que las culturas occidentales han hecho a las culturas de los pueblos indígenas.

Sí, ya es hora de cambiar, pero vamos a actuar. Yo no quiero sentarse aquí a especular al margen de cuanto podríamos aprender. Quiero encarnar el aprendizaje. Quiero ver a más gente aprendiendo y no quiero estar allí diciendo: oh, si tan sólo pudiéramos hacer esto, entonces tal vez todos podemos cambiar, y así sucesivamente. ¡Basta ya de preguntar sobre los beneficios que los pueblos occidentales podrían obtener! Vamos a empezar a pensar en la reciprocidad. Vamos a ganar lucidez sobre los últimos quinientos años de nuestra historia, y sobre lo que hemos impuesto. Vamos a romper con eso, a denunciar nuestro comportamiento y a mostrar algo diferente.

David: ¿Cuáles son algunas cosas básicas en las que la gente debería enfocarse para ayudar a restablecer el equilibrio ecológico en nuestro planeta?

Jeremy: No soy ningún experto en cómo volver a equilibrar los estilos de vida occidentales; hay un montón de gente que habla sobre eso. Pero creo que cuanto más podamos dejar de usar hidrocarburos y menos huellas personales dejemos, mejor. Entre menos bombillas eléctricas y otras cosas parecidas usemos, mejor. Pero, aquí estamos teniendo una conversación por teléfono, utilizando grabadoras. La existencia misma de esta conversación en texto es el fruto del mundo electrónico, debido a que nuestro mundo parece irremediablemente tecnológico, no hay soluciones fáciles. Pero creo que entre más podamos, digamos, apoyarnos en ambas formas de conocimiento, mejor. En otras palabras, en los conocimientos tecnológicos, y en lo que podríamos llamar conocimiento chamánico, para decirlo en un término comun. No vamos a actuar con exageración, deshaciéndonos de la ciencia y la tecnología. Por el contrario, es muy bueno actuar con precaución, pero, obviamente, es necesario complementarlo. Es necesario criticar y controlar, digamos.


Creo, por ejemplo, una cosa que también es muy clara para mí - pero también es una cuestión de opinión, es la idea de que la naturaleza es sólo un objeto o un banco de bienes que nosotros podemos explotar según nuestro deseo, nos ha llevado a la situación ecológica en la que estamos metidos. Creo que ha sido un poderosa forma de llegar a dominar la naturaleza, tratar a todos los seres diferentes, como si fueran objetos. Uno puede sostener ese paradigma durante 2.300 años, y eso es justamente lo que hemos hecho, pero eso no significa que sea lo correcto. Usted puede tratar a los seres como objetos, ya que, en realidad, los seres son objetos - pero ellos son más que meros objetos, y tratarlos como meros objetos es ignorar un componente importante de su existencia.

Así que alejarse de la visión objetiva de la naturaleza, y avanzar hacia una comprensión más profunda de los seres con quienes compartimos el planeta, probablemente sería un buen movimiento y que precisamente sería una combinación de conocimientos, utilizando la ciencia y el chamanismo. Quiero decir, en la medida en que aceptemos que los chamanes tienen algún tipo de diálogo en sus visiones con las entidades que representan otras especies de este planeta, se podría considerar su inclusión en los comités de bioética.

David: ¿Cuáles son las lecciones más importantes que usted ha aprendido personalmente de sus experiencias con el ayahuasca?

Jeremy: Bueno, diablos, todo! Pero lo primero fue cuando yo era un mequetrefe de suburbio de veinticinco años que había estudiado Química en la secundaria y pensaba que sabía lo que era la realidad. La experiencia con el ayahuasca me abrió los ojos a un nivel de la realidad que yo no veía normalmente, que había algo que al parecer estaba asociado con las plantas, los animales y los bosques del mundo – que tenía un alucinante, inteligencia y sobre ella. Me enseñó las cosas y mostró cuan estúpido y antropocéntrico yo era. En francés, se dice "déniaisé", que significa que me hizo menos estúpido. También me hizo ver que había algo allí que la perspectiva racionalista materialista, que se piensa que es tan inteligente, no lo captaba y no podía captarlo. Esta situación me hizo escuchar aún más a los pueblos indígenas.

Yo sólo sabía que había algo allí que iba en contra de nuestras categorías y que necesitaba más investigación. Y al investigar al ayahuasca también estaba investigando la concepción indígena del conocimiento – así como a las mismas plantas y animales o a la naturaleza, es decir, pensar en lo que debe ser un ser humano, y lo que debe ser un ser humano en la selva que tiene que estar inmerso en este ambiente de evaporaciones, silbidos y arañazos que es claramente vivo. Quiero decir, si usted piensa que la naturaleza es estúpida, todo lo que tiene que hacer es ir a la selva por la noche y escuchar, ella suena como un tumulto de ruidos de música electrónica.

El ayahuasca y el cuerpo grotesco

Por Stephan V. Beyer, Ph.D.
svbeyer@sbcglobal.net
Tomado de: www.singingtotheplants.com
Traducción: Helmer Hernández Rosales

En el alto Amazonas, el poder chamánico - poder que puede usarse tanto para sanar como para causar daño - se conceptualiza como una sustancia viscosa o pegajosa, a veces corrosiva, que se encuentra alojada en el pecho del chamán. Los chamanes mestizos denominan “flema” a esta sustancia y también usan el término quechua “llausa”, o “yachay”, que es la palabra quechua para el conocimiento ritual.

En esta flema, el chamán - curandero o hechicero- almacena los dardos mágicos que se utilizan tanto para el ataque como para la defensa. Adheridos a esta sustancia mágica también hay sapos, escorpiones, serpientes, insectos, dientes de mono, hojas de afeitar – cosas que muerden, causan ardor y envenenan. Lo llamativo de esta concepción es que el poder chamánico es un objeto físico dentro del cuerpo, que puede ser almacenado, proyectado o dirigido y transmitido.

En el alto Amazonas el método típico de infligir daño mágico es introduciendo el “yachay” en el cuerpo de la víctima - la sustancia en sí o los proyectiles patógenos que el chamán mantiene adheridos a ella. Y el método típico de curación de una intrusión como esa es que el chamán succione el proyectil y lo deseche, protegiéndose de una eventual contaminación con una defensa hecha de la misma sustancia.

Esta flema se fortalece ingiriendo ayahuasca y mapacho - un tabaco selvático de sabor fuerte y dulce. La puerta de entrada de este poder es la boca del chamán, y ya fuera de ella ese mismo poder se transmite en la forma de canto, silbido, susurro, y soplo, especialmente de humo de tabaco, y en la cual el chamán succiona la enfermedad, la hechicería, los dardos mágicos que causan sufrimiento al paciente. El maestro ayahuasquero transmite este poder a sus discípulos en forma abiertamente física, mediante un glóbulo resbaladizo de flema que es transmitido de boca a boca.

De la misma manera, para aprender los secretos de una planta - las enfermedades que puede curar, la canción para invocarla, los mixturas requeridas, la preparación - el chamán se somete a la dieta, viviendo solo en la selva, comiendo sin sal y sin azúcar, sin tener sexo, ingiriendo la planta e incorporándola a su cuerpo, aprendiendo sus canciones y secretos desde adentro, creando una relación íntima de amor y confianza. Soledad, abstinencia, ingestión de la planta maestra – los chamanes amazónicos conceptualizan este proceso como aprendizaje con el cuerpo.

Tradicionalmente, la ceremonia de curación con ayahuasca es conducida por los chamanes mestizos los días martes y viernes, tarde en la noche, en plena oscuridad. También la ceremonia es una acción de corporeidad. Tanto para el paciente como para el chamán ingerir ayahuasca en la ceremonia es conectarse al propio cuerpo de una manera profundamente física.

En primer lugar, el ayahuasca tiene un sabor horrible. Tiene un gusto aceitoso, amargo y una consistencia viscosa que se adhiere a la boca, con sólo un indicio de dulzura suficiente como para hacer sentir náuseas. Su sabor ha sido descrito como amargo y fétido, como de bosque podrido y bilis, como calcetines sucios y aguas servidas, como un sapo en una licuadora.

En segundo lugar, el ayahuasca es un purgante y emético poderoso, provoca vómito y a veces induce diarrea. El vómito se considerado como limpieza y curación, de hecho, a menudo el ayahuasca es denominado “la purga” y al chamán también se lo conoce como “purguero”. El vómito muestra que el paciente está siendo limpiado. La purga te enseña: “el mismo vomito te enseña”.

Así, desde el primer sorbo de ayahuasca en la ceremonia, nuestra relación con el cuerpo es conducida hacia una perspectiva definida. Deliberadamente ingerimos algo vil que nos fuerza a expulsar el contenido de nuestros cuerpos. El cuerpo es vuelto al revés, sus límites transgredidos. Cedemos el control de nuestros cuerpos, nos entregamos a la planta y experimentamos nuestra corporeidad en su forma más primitiva. Nuestro cuerpo se vuelve grotesco, en términos del teórico literario Mijail Bakhtin - totalmente encarnado, poroso y protuberante, parte de la tierra, exuberante y fecundo.

Y luego está la ceremonia en sí, están los olores de humo de tabaco y colonia, el uno rico y profundo, el otro fuerte y dulce, como tonos musicales. Están los sonidos de la selva, los cantos nocturnos de las ranas, náuseas y vómitos en la habitación, el susurro, el silbido el canto del chamán, el susurro del sonajero vegetal que agita el chamán.

Muchos participantes fuman mapacho. Constantemente la oscuridad de la noche es perforada por el residuo brillante de un cigarrillo. Mientras el paciente fuma la respiración que entra y sale de su cuerpo se hace visible.

En algún momento, el chamán deja de cantar y comienza a hacer ruidos extraordinarios con eructos, arcadas y escupidos. El está elaborando su flema protectora, para asegurarse que lo que él succiona del cuerpo de su paciente no puede hacerle daño, y luego succiona ruidosamente la enfermedad, el dardo mágico, la carne podrida o el insecto urticante, el escorpión o la hoja de afeitar mágicamente proyectados, el regurgita audiblemente su poder pernicioso y lo escupe ruidosamente en el suelo.

Esta es la experiencia de la ceremonia, el chamán en acción, - una cacofonía sinestésica de perfumes, humo de tabaco, susurros, silbidos, soplos, cantos, succiones, arcadas, la sacudida insistente de las hojas, la agitación interna de la purga.

Por lo tanto, el chamanismo con ayahuasca es irreductiblemente físico. El cuerpo es el instrumento de poder y de relación del chamán - la energía almacenada en el pecho como flema, la relación lograda a través de la ingestión. El chamán aprende de las plantas incorporándolas a su cuerpo, allí ellas le enseñan las canciones que luego salen en forma de sonidos y humo.

Una sesión de curación con ayahuasca promulga la materialidad física del cuerpo humano - náuseas, vómitos, diarrea, succiones, náuseas, eructos, soplidos, tos, escupitajos; olores dulces y penetrantes, agitación, susurros, silbidos, soplos, cantos, el sabor del tabaco y el ayahuasca, las imágenes y el rito del cuerpo, el conflicto, el desorden.

Del mismo modo, en la ceremonia de ayahuasca las substancias atraviesan los límites del cuerpo, recordándonos nuestras fronteras vulnerables y agujereadas. El excremento y el vómito son expulsados, los dardos mágicos son succionados a través de la piel, las sustancias internas son escupidas a través de la boca, la flema mágica es transferida del chamán al discípulo, el humo de tabaco es soplado en el cuerpo a través de la coronilla – el cuerpo exagerado, grandes excreciones, corporeidad feroz.
Los recuerdos del lado más oscuro de la existencia humana asechan contantemente en los márgenes del performance chamánico - ambigüedad peligrosa, fronteras rotas, ambivalencia, transgresión, desorden.

Todo esto nos pone nerviosos a los occidentales porque desconfiamos de nuestros cuerpos. Encontramos al vómito desafortunado, miserable, luchamos por mantener nuestras fronteras corporales; sobre todo, buscamos maneras de evadir la feroz corporeidad de la experiencia con ayahuasca.

Cuando bebemos ayahuasca, nos centramos en las visiones, la introspección, las experiencias transformadoras. Buscamos, en palabras del psicólogo James Hillman: "una pálida liberación sin imágenes", un vuelo desde la realidad de la corporeidad humana. Secretamente creemos en lo que Bajtín llama el canon corporal - la creencia de que los seres humanos de alguna manera existen por fuera de la jerarquía del cosmos. Creo que esto es un error, que el poder curativo del ayahuasca se encuentra precisamente en su conexión con la tierra, con el cuerpo, el sufrimiento, la pasión y el desorden.

La curación no es conceptual – ya sea introspección, comprensión, epifanía - más bien se trata de un impacto visceral en el cuerpo. No debemos pensar que los chamanes ayahuasqueros son gurús espirituales, lo que ellos hacen tiene más relación con “eleos” y “phobos”, la piedad y el terror que menciona Aristóteles. Por consiguiente el vínculo con catarsis - limpieza o purga – no debería considerarse como extraño. El ayahuasca es, sobre todo - y lejos de nuestra obsesión cultural por las visiones y las introspecciones – un purgante. El chamán actúa a través de temas morales del discurso curativo, no de manera lineal sino como un performance. El cuerpo grotesco en realidad celebra la victoria de la vida, su renovación y regeneración, una verdadera intrepidez frente a nuestra ineluctable condición humana.


Ayahuasca y Avatar de James Cameron

Por Erik Davis

Publicado en MAPS Bulletin, Volume XII, Number 1
Traducción de Helmer Hernández Rosales

En términos paradójicos aunque previsibles, La deslumbrante película “Avatar” de James Cameron sitúa a un grupo de hombres y mujeres azules místicamente unidos, que habitan los bosques, en contra de la explotación agresiva y despiadada que caracteriza al complejo militar-industrial-mediático, con sus interfaces virtuales, quimeras biotecnológicas, y maquinas de guerra bio-ciberneticas. Lo paradójico, por supuesto, es que un avatar de este complejo tecnológico es el responsable de entregarnos en primera fila, las visiones de Cameron.

A saber: momentos antes de una reciente proyección de la película en el teatro IMAX Metreon en San Francisco, fuimos bombardeados con anuncios militares, junto con una triunfante interrupción tecno-fetichista en el equipo de IMAX que nos transportaría rápidamente al planeta Pandora casi tan meticulosamente como el discapacitado marine Jake entra en su cuerpo avatar, un cuerpo que es, en realidad, generado por ordenador, y no es tan real, después de todo.

El mensaje de todas esas prótesis mediaticas anidadas es claro: Estamos imaginativamente discapacitados, y necesitamos un instrumento generador de la virtualidad para lograr la fusión
Con el mundo de la sabiduría y el mito – mundo de otros tiempos pero completamente inventado- representado por los Na'vi y su mundo.

Pero esas son ironías detrás de bambalinas, y como la mayoría de la gente, fui llevado de paseo. En cambio, , el mundo manifiesto de Avatar, con su flora alucinógena y los paisajes flotantes de Roger Dean hablaba otra verdad acerca de la conciencia visionaria de nuestra era: El panteísmo selvático que ahora impregna la contra-cultura psicoactiva se ha vuelto completamente dominante. Por supuesto, las nobles narrativas salvajes del equilibrio ecológico y la sabiduría chamánica han estado asechando el interior de la mente occidental rusoniana durante siglos. Dicho esto, Avatar representa algunos cambios importantes en esa narrativa tradicional. El más importante de estos es que el entendimiento casi telepático de su entorno de los Na´vi, se basa más en un ritual con plantas-maestras, que en esa solemnidad rigurosa que aflige a los indios de Hollywood en todas partes. Su envidiable comunión con las cosas se fundamenta también en una verdadera red orgánica de comunicaciones.

Los fibrosos, animados, y vagamente repulsivos tentáculos de la cola de sus caballos no sólo permite a los Na'vi establecer vínculos de control directos con los animales, sino también, a través de los filamentos ópticos del "Árbol de las Almas", pueden comunicarse con los ancestros y con “Eywa”, el espíritu biológico del planeta Pandora.

Eywa resuena con Erda, por supuesto, Pandora es un sueño de nuestra propia Tierra. El contacto con Eywa es claramente una experiencia “visionaria”, que quizá se puede describir como "ayahuasca light". Ya que Avatar no utiliza nada parecido a las canciones chamanicas suramericanas y a las estupendas visiones de ayahuasca como lo hizo la mala pelicula “Renegade” presentada en 2004,

Después de todo, más allá de una próspero y en muchos aspectos perjudicial mercado turístico del ayahuasca centrado principalmente en Brasil y Perú, diversos círculos "aya" clandestinos orientados por chamanes suramericanos y todo tipo de facilitadores euro americanos se encuentran ahora bien establecidos a lo largo del Oeste.

Entre las clases profesionales creativas que constituyen una parte considerable de los buscadores de visiones de la costa oeste (de los Estados Unidos) el mismo ayahuasca casi podría decirse que es la corriente principal. Por lo tanto, ya no importa si Cameron o sus animadores han bebido el té; de todos modos sus compuestos activos ya están nadando en las fuentes de las aguas culturales. En efecto, ya sea que se este hablando de la forma (la animación en 3D sin precedentes) o del contenido (la decoración de fantasia cyber-hippie), la retorica visual y tecnológica de Cameron es imposible separar de una experiencia alucinógena.

Si hay un conexión psicodélica con Avatar -como lo sugiere una escena eliminada de la película pero disponible en las escenas extras del DVD en las que el héroe Jake lograr encontrar su poder animal después de recibir una combinación psicoactiva del veneno de escorpión y de un gusano – esto por lo menos explicaría la manera más crucial en la que la película difiere del convencional misticismo del noble salvaje. En lugar de fundamentar la genialidad de los Na'vi en su folklore, su pureza espiritual, o el acceso a poderes sobrenaturales, la película aboga por un vinculo de comunicación material y directo con la conciencia biológica.

Esto significa que Eywa (también conocido como Aya) no es solamente una creencia religiosa -, sino que puede ser experimentada través de la comunión corporal. Después de conectarse en forma temporal con el Árbol de las Almas, la doctora Weaver confirma felizmente la existencia de Eywa aun cuando muere enseguida. Ella sonríe, sin tener ya nada que explicar o ser explicado. Al igual que “el bejuco de las almas” que ahora Serpentea en su camino desde las periferias antropológicas hacia el mundo desarrollado, “El árbol de la Almas” es un medio bio-místico, es una matriz visionaria de comunicaciones que enlaza las almas de los muertos con la mente interconectada de la misma ecosfera.

Al final, sin embargo, es difícil decir cuál es el objeto real de encantamiento: la posibilidad de un interfaz biológico con la mente vegetal del planeta, o las redes tecnológicas de comunicaciones - los éxitos de taquilla de Hollywood y los paquetes vacacionales que incluyen ceremonias con ayahuasca anunciados en línea- que ponen a circular nuestros deseos y fantasías, nuestras esperanzas y temores. En todo caso, para resumir, “Avatar” sugiere que actualmente los sueños eco-futuristas son inseparables del potencial visionario de la misma tecnología mediática, una tecnología que debe ocultar su propio impacto ambiental envenenado a través de una continua invocación de fantasmas gesticulantes.

La curación con ayahuasca y la visión “remota”

Autor: Peter Gorman



Articulo publicado en: MAPS Bulletin - volume XXI - number 2 - Summer 2011. http://www.maps.org/

Traducción: Helmer Hernández Rosales



En relación con el ayahuasca, es importante entender que no se trata de un medicamento en el sentido convencional, sino de un espíritu capaz de abrir las puertas hacia otros niveles de la realidad. Y como espíritu, o ser sensible, si lo prefiere, también es necesario recordar que tiene voluntad, necesidades, gustos, disgustos y un temperamento complejo.



Los otros niveles de la realidad de los que hablo se pueden explicar mejor en términos de lo que ocurre con un silbato para perros: no se oye, pero no significa que no está ahí. Porque si usted lo sopla cerca de un perro el animal aúlla. Si, por otro lado, se pudiera ampliar un poco el rango de su audición, usted también oiría el silbato. Y si se pudiera cambiar la velocidad a la que los humanos vibramos, o la gama de colores que normalmente vemos, veríamos y experimentaríamos todo tipo de cosas que habitualmente no vemos o experimentamos.



Es importante entender que el ayahuasca, - que tradicionalmente se hace hirviendo una mezcla del bejuco Banisteriopsis caapi con hojas de Psychotria viridis - es sensitivo porque así es como el curandero o sanador, se relaciona con él. Y cuanto mejor sea la relación que el curandero tiene con el espíritu del ayahuasca, más herramientas para la curación tendrá a su disposición.



Algo más antes de abordar los detalles de la curación con ayahuasca: en el noroeste del Amazonas, donde he estado trabajando durante más de 25 años, la enfermedad, la mala suerte y una anomalía física, emocional, mental o espiritual en la realidad ordinaria son percibidas como síntomas de que algo está en desequilibrio en un nivel superior de la realidad. Aquellas personas que sufren de “mala suerte”, un mal matrimonio o una enfermedad física van al curandero para que les de acceso a otro nivel de realidad y ver que está fuera de orden. Al arreglar eso los síntomas de la enfermedad - o mal o lo que sea- desaparece.



Dicho esto, hay varias maneras de usar el ayahuasca para la curación.

Tradicionalmente, los participantes de una ceremonia de ayahuasca no ingieren esta bebida, la ingestión es atribución del curandero. El participante se acerca al curandero y le relata el problema. Luego el curandero bebe ayahuasca para acceder a un mayor nivel de realidad en el que busca la causa del problema o perturbación del participante.



La primera vez que fui testigo de este modo básico de curación con ayahuasca fue años atrás, en la casa de Julio, mi último maestro. Un hombre vino por el rio Aucayacu hasta la casa de Julio y le explicó que alguien estaba celoso de él y le había puesto “mal de ojo” lo cual le estaba causando accidentes cada vez que iba a vender sus plátanos. "Mis piernas, mis tobillos, mi espalda! Tienes que decirme quién está haciéndome eso", dijo. Julio bebió ayahuasca y cuando volvió del trance, sonrió.



Nadie le está poniendo “mal de ojo”, dijo. Por el contrario, había visto que cada vez que el hombre vendía su plátanos y tenía dinero, entraba a una cantina en un pueblo cercano, una cantina que tenía dos escalones de madera desvencijada. Julio vio que cada vez que el hombre tenía dinero se emborrachaba y luego tropezaba en la escalera rota cuando salía del lugar, caía y se lastimaba. Por lo tanto, Julio dijo que el hombre tenía dos opciones: dejar de emborracharse en la cantina o reparar el peldaño roto.



Es una historia simple y divertida, pero ilustra un elemento clave en la curación del ayahuasca: La capacidad del curandero de ver hechos distantes, incluidos los del pasado.Percibí y compartí la capacidad de ver desde lejos algunos años más tarde con otro curandero llamado Juan Tangoa Paima. En ese caso, un hombre vino a la casa de Juan, mientras yo estaba allí y dijo que estaba seguro de que su esposa lo iba a dejar por otro hombre y quería saber con quién estaba engañándolo. Juan sugirió que el hombre tomara ayahuasca con nosotros y así lo hizo.



Durante el sueño, tuve unos momentos en los cuales me encontré en la Plaza 28, no lejos del centro de la ciudad en Iquitos. La plaza está rodeada de buenos restaurantes y un par de salas de billar, por lo que siempre permanece con gente en la noche. Mi atención se fijó en una mujer que caminaba junto a un hombre. Ella le sostuvo el brazo con fuerza. Yo podría pensar que era la esposa del hombre, pero no estaba seguro porque yo no la conocía en la vida real. Cuando el sueño terminó el hombre dijo angustiosamente:"¡Lo sabía! La vi con él en la Plaza 28!".



Juan le pidió al hombre que cerrara los ojos, que regresara a la escena y mirara detenidamente. El hombre hizo lo que se le dijo y cuando abrió los ojos unos minutos después, exclamó aún mas angustiado: "Un sacerdote! Ella me engaña con un sacerdote!".



Juan casi se echó a reír, y luego le dijo al hombre que volviera a la escena una vez más y escuchara lo que su esposa y el sacerdote estaban hablando. De nuevo el hombre cerró los ojos. Cuando los abrió estaba a punto de llorar. "Sí- dijo Juan - Ella está hablando con el sacerdote acerca de un divorcio. Dice que el se emborracha, la acusa de engañarlo y luego la golpea".



El hombre trató de negarlo, pero en pocos minutos se quebró y admitió que era verdad. Ella era muy bella y estaba seguro que todos los demás creían lo mismo. Pensaba que todos la deseaban de la forma que él lo hacía y cuando se emborrachaba, se volvía loco. Juan le dijo al hombre que era obvio que su esposa todavía lo amaba, pero si no quería que ella se fuera, tendría que dejar de beber y dejar de golpearla.



Fue extraordinario que el espíritu del ayahuasca nos permitiera a los tres ver la misma escena, sin que ninguno de nosotros tuviera la menor idea del lugar donde buscar a la esposa del hombre atribulado.



Pero esa no fue la única vez que ocurrió. Un amigo mío, Alan Shoemaker, se mudó a Perú en 1993 y en un año o dos se enteró que su madre, quien vivía en Kentucky, se estaba muriendo de cáncer de hígado. Le habían dado sólo unas pocas semanas de vida. En su desesperación, Alan me pidió beber ayahuasca con él y Juan y tratar de ver que necesitaba su madre para curarse.



Fue una petición imprudente: yo no era un curandero; no conocía a su madre y no tenía ninguna posibilidad de encontrar algo que pudiera ayudarla. Sin embargo, como él lo pidió, estuve de acuerdo en intentarlo. En ese sueño, pensé en la madre de Alan y cuando lo hice me encontré viajando a toda velocidad a través del espacio hasta el final de una calle de un pequeño pueblo que parecía ser de los Estados Unidos.



Pensé que la madre de Alan vivía en los alrededores y me pregunté en qué casa vivía. Al instante me moví de nuevo, pero, sorprendentemente, no llegué a una cocina o sala de estar. En lugar de eso me vi en las entrañas heridas de alguien. Supuse que estaba en el interior de la madre de Alan.



Nunca antes había visto un hígado humano, pero en ese momento estaba mirando uno con solo pensarlo. En la parte superior de la mancha oscura había un grupo de grumos retorcidos de algún tipo de tubería. Pensé que debía ser el cáncer y aumentado para mirar de que estaba hecho.



Me di cuenta que al parecer no era cáncer, sino más bien que los conductos para transportar cosas en el hígado estaban enredados y nada podría pasar a través de ellos y eso era una especie de muerte de ese órgano. Pensé que si esos conductos pudieran ser desenredados de alguna manera, entonces la basura alojada en ellos podría pasar hacia el hígado para ser eliminada. En silencio, pregunté si había algo que pudiera hacer. En el momento pensé: “uña de gato”, un medicamente muy difundido ahora, pero que apenas se conocía hace 15 años.



Cuando salí del sueño escribí la frase "uña de gato" en un pedazo de papel. Por la mañana, Alan me preguntó lo que había visto. Me daba vergüenza decírselo por temor a confundirlo con la uña de gato. Cuando me decidí le mostré el papel. Se echó a reír. "Sí. Vi uña de gato y también vi sacha jergón ", otra planta medicinal amazónica.



Ese día o el siguiente hizo un buen lote de los dos medicamentos y lo envió a su mamá. Ella lo tomó religiosamente y en unas pocas semanas o meses, el cáncer desapareció. Ella terminó viviendo varios años libre de cáncer antes de que este volviera con furia y se la llevara.



Yo estaba y aun estoy sorprendido que el espíritu de ayahuasca no era capaz de hacer algo así, pero que era tan generoso en compartir

las plantas necesarias para efectuar la curación. Para mí, ese fue un hecho bastante aislado. Para alguien como Julio era bastante común. Alguna vez me había puesto en contacto con alguien que me dijo que tenía cáncer incurable en etapa terminal y que podría morir en un par de semanas. Ella quería morir en La selva amazónica y me pidió que la llevara allá para el gran evento. En ese tiempo, yo estaba llevando gente a la selva ocasionalmente, pero no a morir, así que le dije que no podía hacerlo.



Ella insistía y cedí finalmente cuando ella se comprometió a tomar ayahuasca con Julio y tratar de ser curada, y no dejarse morir simplemente. Incluso, le fije el propósito de tener una navidad más y otro cumpleaños con su hija adolescente antes de morir.



Ella vino con un amigo y yo los lleve a donde Julio. Julio dijo que el ayahuasca no curara el cáncer directamente curar, pero que el hablaba con las plantas y ver si se ellas sugerían algo que pueda ayudar a mi cliente.

La noche que la mujer bebió también lo hice, y Julio también bebió un poco.



Julio pasó casi toda la noche trabajando a mi cliente. No físicamente. Nunca salió de su pequeño taburete. Sin embargo, él cantó y cantó para ella y agitó su Chacapa, un sonajero de hojas, en su dirección toda la noche. El ayahuasca me invitó a ver lo que él estaba haciendo: de los extremos de las hojas se disparaban luces blancas, como rayos láser, hacia el centro de la mujer. Removieron todo, limpiaron las áreas de su cuerpo, la obligó a vomitar la bilis de su vida una y otra vez.



Por la mañana, la Chacapa de Julio estaba quemada hasta las cenizas a pesar de no haber estado en contacto con el fuego. Julio se reía cuando le mencioné aquello, luego llamó a su hijo Jairo y le dijo que fuera a recoger cortezas de renaco. Dijo que sus ayudantes espirituales dijeron que ayudarían a la mujer.



Cortó con un machete la corteza de un viejo árbol y luego la hirvió durante horas en la olla que Julio tiene para el ayahuasca. Cuando sólo queda alrededor de un cuarto de la esencia, Julio le agregó licor de caña hasta llenar una botella de dos litros. Él le dijo que bebiera un par de onzas al día hasta que terminar.

La mujer odiaba a la selva, la experiencia con ayahuasca y, sobre todo, a mí. Pero salió de la selva con vida. Y seis meses más tarde me llamó para hacerme saber que estaba en Italia, viajando por las montañas en un ciclomotor, pero que todavía me odiaba. Y después llamó a seis meses más tarde. Y luego seis meses después de eso. En este momento no he oído hablar de ella desde hace dos o tres años. No si está viva o no. Pero yo sé que ella al menos obtuvo unas cuantas navidades y unos cumpleaños más con su hija.



Lo que Julio había hecho aquella noche,- además de disponer de unos ayudantes espirituales vegetales diciéndole que medicina necesitaba en ese caso- es una técnica curativa estándar con el ayahuasca. Se trata de buscar en el interior de una persona que está enferma, ver donde se halla la enfermedad y eliminarla. Esencialmente el curandero busca clusters de energía que no encajan con el resto del cuerpo. Generalmente se ven como manchas oscuras, algunas veces en la superficie y otras dentro del cuerpo. Son visibles a través de la ropa. Algunos curanderos trabajan con sus manos sobre el cuerpo para sentir esos puntos, otros utilizan el humo negro del tabaco para ayudarles a ver las manchas. Y otros, como Julio, suelen cantar sobre el cuerpo para hacerlos visibles, y luego usan su chacapa como un bisturí para remover los cúmulos de energía negativa. Y una vez cortados, deben ser eliminados porque estos tienen también su propia capacidad de sentir y se niegan a morir como cualquier otro ser. Para ello, cada curandero tiene su propio método: Algunos los envuelven en una luz invisible y los ponen en fuegos etéreos o los envían hacia glaciales planetas lejanos.



Notas sobre el autor:

Peter Gorman es el autor del libro: “Ayahuasca in my blood: 25 years of medicine dreaming.

Más información del autor en: http://pgorman.com/bio.htm