Ayahuasca y Avatar de James Cameron

Por Erik Davis

Publicado en MAPS Bulletin, Volume XII, Number 1
Traducción de Helmer Hernández Rosales

En términos paradójicos aunque previsibles, La deslumbrante película “Avatar” de James Cameron sitúa a un grupo de hombres y mujeres azules místicamente unidos, que habitan los bosques, en contra de la explotación agresiva y despiadada que caracteriza al complejo militar-industrial-mediático, con sus interfaces virtuales, quimeras biotecnológicas, y maquinas de guerra bio-ciberneticas. Lo paradójico, por supuesto, es que un avatar de este complejo tecnológico es el responsable de entregarnos en primera fila, las visiones de Cameron.

A saber: momentos antes de una reciente proyección de la película en el teatro IMAX Metreon en San Francisco, fuimos bombardeados con anuncios militares, junto con una triunfante interrupción tecno-fetichista en el equipo de IMAX que nos transportaría rápidamente al planeta Pandora casi tan meticulosamente como el discapacitado marine Jake entra en su cuerpo avatar, un cuerpo que es, en realidad, generado por ordenador, y no es tan real, después de todo.

El mensaje de todas esas prótesis mediaticas anidadas es claro: Estamos imaginativamente discapacitados, y necesitamos un instrumento generador de la virtualidad para lograr la fusión
Con el mundo de la sabiduría y el mito – mundo de otros tiempos pero completamente inventado- representado por los Na'vi y su mundo.

Pero esas son ironías detrás de bambalinas, y como la mayoría de la gente, fui llevado de paseo. En cambio, , el mundo manifiesto de Avatar, con su flora alucinógena y los paisajes flotantes de Roger Dean hablaba otra verdad acerca de la conciencia visionaria de nuestra era: El panteísmo selvático que ahora impregna la contra-cultura psicoactiva se ha vuelto completamente dominante. Por supuesto, las nobles narrativas salvajes del equilibrio ecológico y la sabiduría chamánica han estado asechando el interior de la mente occidental rusoniana durante siglos. Dicho esto, Avatar representa algunos cambios importantes en esa narrativa tradicional. El más importante de estos es que el entendimiento casi telepático de su entorno de los Na´vi, se basa más en un ritual con plantas-maestras, que en esa solemnidad rigurosa que aflige a los indios de Hollywood en todas partes. Su envidiable comunión con las cosas se fundamenta también en una verdadera red orgánica de comunicaciones.

Los fibrosos, animados, y vagamente repulsivos tentáculos de la cola de sus caballos no sólo permite a los Na'vi establecer vínculos de control directos con los animales, sino también, a través de los filamentos ópticos del "Árbol de las Almas", pueden comunicarse con los ancestros y con “Eywa”, el espíritu biológico del planeta Pandora.

Eywa resuena con Erda, por supuesto, Pandora es un sueño de nuestra propia Tierra. El contacto con Eywa es claramente una experiencia “visionaria”, que quizá se puede describir como "ayahuasca light". Ya que Avatar no utiliza nada parecido a las canciones chamanicas suramericanas y a las estupendas visiones de ayahuasca como lo hizo la mala pelicula “Renegade” presentada en 2004,

Después de todo, más allá de una próspero y en muchos aspectos perjudicial mercado turístico del ayahuasca centrado principalmente en Brasil y Perú, diversos círculos "aya" clandestinos orientados por chamanes suramericanos y todo tipo de facilitadores euro americanos se encuentran ahora bien establecidos a lo largo del Oeste.

Entre las clases profesionales creativas que constituyen una parte considerable de los buscadores de visiones de la costa oeste (de los Estados Unidos) el mismo ayahuasca casi podría decirse que es la corriente principal. Por lo tanto, ya no importa si Cameron o sus animadores han bebido el té; de todos modos sus compuestos activos ya están nadando en las fuentes de las aguas culturales. En efecto, ya sea que se este hablando de la forma (la animación en 3D sin precedentes) o del contenido (la decoración de fantasia cyber-hippie), la retorica visual y tecnológica de Cameron es imposible separar de una experiencia alucinógena.

Si hay un conexión psicodélica con Avatar -como lo sugiere una escena eliminada de la película pero disponible en las escenas extras del DVD en las que el héroe Jake lograr encontrar su poder animal después de recibir una combinación psicoactiva del veneno de escorpión y de un gusano – esto por lo menos explicaría la manera más crucial en la que la película difiere del convencional misticismo del noble salvaje. En lugar de fundamentar la genialidad de los Na'vi en su folklore, su pureza espiritual, o el acceso a poderes sobrenaturales, la película aboga por un vinculo de comunicación material y directo con la conciencia biológica.

Esto significa que Eywa (también conocido como Aya) no es solamente una creencia religiosa -, sino que puede ser experimentada través de la comunión corporal. Después de conectarse en forma temporal con el Árbol de las Almas, la doctora Weaver confirma felizmente la existencia de Eywa aun cuando muere enseguida. Ella sonríe, sin tener ya nada que explicar o ser explicado. Al igual que “el bejuco de las almas” que ahora Serpentea en su camino desde las periferias antropológicas hacia el mundo desarrollado, “El árbol de la Almas” es un medio bio-místico, es una matriz visionaria de comunicaciones que enlaza las almas de los muertos con la mente interconectada de la misma ecosfera.

Al final, sin embargo, es difícil decir cuál es el objeto real de encantamiento: la posibilidad de un interfaz biológico con la mente vegetal del planeta, o las redes tecnológicas de comunicaciones - los éxitos de taquilla de Hollywood y los paquetes vacacionales que incluyen ceremonias con ayahuasca anunciados en línea- que ponen a circular nuestros deseos y fantasías, nuestras esperanzas y temores. En todo caso, para resumir, “Avatar” sugiere que actualmente los sueños eco-futuristas son inseparables del potencial visionario de la misma tecnología mediática, una tecnología que debe ocultar su propio impacto ambiental envenenado a través de una continua invocación de fantasmas gesticulantes.